lunes, 17 de junio de 2013

PRIMARIAS Y BICEFALIAS.




El 24 de abril de 1998 Josep Borrell se imponía en un acontecimiento que se denominó la “ rebelión de las bases “  a Joaquín Almunia en las primeras y únicas elecciones primarias que uno de los grandes partidos de esta país ha celebrado para elegir a su candidato a Presidente del Gobierno.  No serían las últimas pues luego el PSOE, con más o menos éxito o con más o menos ambición, ha incorporado el sistema de primarias para la elección de sus candidatos. La última vez en las elecciones autonómicas de 2011 donde se celebraron en varias federaciones y en algunos casos con duros enfrentamientos como el que protagonizaron en Madrid Tomás Gómez y Trinidad Jiménez en donde un 81% de la militancia de Madrid participó en la cita electoral. Aunque es cierto que nunca se han vuelto a convocar para elegir al candidato o candidata a Presidente del Gobierno de España. Digo esto pues ahora que hay debate en mi partido sobre la celebración de primarias es necesario recordar que ya son un sistema más o menos consolidado en nuestro partido, y que además son un fenómeno irreversible. Por lo que lecciones en este campo al PSOE pocas. Pero mi reflexión de hoy la quiero centrar en la convivencia o no de separar la votación de Secretario General Federal del partido de la de candidato a la presidencia del Gobierno de España. 


Como he dicho, el 24 de abril de 1998 además de la victoria de Borrell sobre Almunia, comenzó un difícil proceso de cohabitación o bicefalia que terminaría poco más de un año después. El 14 de mayo de 1999 Borrell anunciaba su renuncia a la candidatura que los militantes le habían dado en voto secreto y en urna en la primavera anterior. El llamado caso Huguet - Aguiar terminó por hacerle tirar la toalla. Pero la intrahistoria nos dice que aquel año fue un calvario para Borrell. La difícil convivencia de un candidato elegido por sus propios militantes con una ejecutiva y un Secretario General derrotado que controlaba el aparato del partido se hizo insoportable. Posiblemente la falta de una regulación detallada del proceso y del papel del candidato en caso de que no fuera el secretario general lo empeoró. Se improvisó y quizá ese fue una de las causas que hizo la convivencia insoportable. Se creó, sin apoyo estatutario, una “ oficina del candidato “ que dirigía Luis Yañez. Hubo problemas hasta para ubicarle un espacio físico en Ferraz. Aquel se encargó de pactar con el entonces Secretario de Organización Cipriá Ciscar las funciones de uno y de otro. Pero eso en el día a día fue un fracaso. Candidato ganador, con una legitimación interna más potente incluso que el propio Felipe González, y un secretario general perdedor, pero con la legitimidad de un Congreso Federal, chocaban continuamente en los asuntos del día. Borrell denunciaba cada vez con más insistencia las dificultades que el aparato le imponía como candidato. Pero en cierto modo, la falta de cultura de primarias, la coexistencia de dos sistemas de elección distintas. Una para el candidato y otro para el secretario general. Y una estructura orgánica en la que no había cabida para el ganador contribuyeron a que la experiencia no resultara. Borrell dimitió, y el PSOE presentó a un candidato que no le había votado ni su propia militancia. El resultado fue la mayoría absoluta de Aznar. 


 

Esto me lleva a la reflexión de cómo debería hacerse esta vez para que esto no vuelva a ocurrir. Y en mi opinión hay dos alternativas. La primera pasa por que el PSOE regule de una manera detallada el proceso de elección y el papel del candidato ganador. No basta con celebrar las primarias. Hay que adaptar un partido que funciona como un bloque jerárquico a un modelo más abierto y más en red. Esto genera problemas prácticos como el papel del candidato para dirigir la política del partido hasta el proceso electoral, la dirección del Grupo Parlamentario en el Congreso y en el Senado. O como se selecciona el resto de las listas de las distintas circunscripciones que terminarán conformando el grupo parlamentario después de las elecciones. Por citar solo dos aspectos que no son menores. 



El segundo, pasaría por algo más simple y más sencillo. No exento de problemas de adaptación del modelo de partido, pero menos que en el caso anterior. Que el secretario general sea elegido en primarias y que automáticamente sea proclamado candidato a la presidencia. Algo que el Congreso de Sevilla no aprobó pero que ahora parece tomar fuerza y que posiblemente se imponga. De este modo se garantiza el objetivo principal que las primarias persiguen que no es otro que darle a las y los militantes  la posibilidad de que en voto directo y secreto elijan al candidato y al máximo responsable del partido. Y al tiempo evitar la difícil coexistencia de un candidato que no es el secretario general. Por ello, en pleno debate sobre las primarias, como deben celebrarse y en que momento, mi opinión personal es que será más conveniente la convocatoria de primarias en el que se elija a un nuevo Secretario General, que separar las dos elecciones y colocar a la organización en una situación similar a la vivida por Josep Borrell. Unir así dirección política y cartel electoral.

De aquella experiencia debemos sacar la conclusion de que las primarias que ganó Borrell constityeron un despertar democrático que prendió la ilusión en una militancia que estaba desanimada tras la derrota de Felipe González en 1996. Algo similar a la situación actual tras la derrota de noviembre de 2011. Y que colocó al PSOE en una situación de vanguardia de la regeneración política. Algo que hoy es un clamor. Pero que acabó con un nivel de frustación muy alto, con la ivernacion del proceso hasta ahora, y con una derrota electoral contundente en el año 2000. No cometer el mismo error es una obligación.

domingo, 9 de junio de 2013

Listas abiertas, listas cremallera e igualdad.

 


  

 El PSOE se encuentra en pleno debate sobre su nuevo modelo de partido. En este sentido, el avance hacia nuevas formas de elegir tanto a los cargos orgánicos como a los candidatos a las diferentes elecciones que impliquen una participación directa de los militantes parece abrirse paso en un camino sin vuelta atrás. La obligatoriedad estatutaria de celebrar elecciones primarias ya casi no se discute, centrando ahora el debate en que modelo se pone en marcha, si se abren a simpatizantes y un calendario concreto. O eso al menos es lo que parece ya que se está barajando la posibilidad de que no haya primarias a las elecciones europeas de 2014, lo que supondría la pérdida de una magnífica oportunidad de recuperar credibilidad frente a los ciudadanos, haciendo lo que decimos. Espero en todo caso que sea la conferencia de octubre de 2013 la que lo decida.



En medio de este debate se encuentra también complementar el sistema de elecciones primarias con el de listas abiertas internas en los procesos de selección de candidatos y en las elecciones a cargos orgánicos. Una vez más tratando de cambiar un modelo de partido y de organización que lo haga más ágil, más fresco y con mejor capacidad de adaptación a un momento en el que la forma de relacionarse entre los ciudadanos y los militantes se ha transformado. Un modelo de partido red que sepa combinar su estructura jerárquica con una organización horizontal y que se extienda más allá de las propias agrupaciones locales hacia toda la energía creativa que hay fuera del partido.
 
Pues cuando todo esto sucede, cuando avanzamos hacia un militante un voto y la posibilidad de abrir opciones de ser candidatos a militantes que no necesariamente deben contar con apadrinaje alguno, surge como propuesta la lista cremallera como instrumento de avanzar en la igualdad entre compañeros y compañeras a la hora de ocupar puestos de responsabilidad institucional. Y a mi modo de entender las cosas, surge a su vez una contraposición entre ambos sistemas. El de listas abiertas y el de listas cremallera.
 
La discriminación positiva tiene una larga tradición a la hora de garantizar la representatividad de las minorías. Desde discriminación positiva para determinadas etnias, como para garantizar la debida representatividad de las mujeres. El PSOE ha sido siempre vanguardia en esta materia alcanzando con el gobierno de ZP su máxima cota legislativa a través de la ley de igualdad, y tiene lógica que la lista cremallera sea una opción que se contemple en esta misma dirección. Sin embargo, es un concepto propio de un sistema de listas cerrado y bloqueado que justamente es el que impide, si su elaboración se realiza como ha venido haciéndose hasta ahora, que las compañeras puedan competir en condiciones de igualdad con los compañeros a la hora de ocupar puestos orgánicos y puestos en listas electorales. La idea es que como el sistema de elaboración de listas está controlado fundamentalmente por compañeros, y tradicionalmente el acceso de las compañeras se veía limitado, hay que garantizar un porcentaje mínimo por sexos e intercalar en el orden de la candidatura.  En este sentido, que se proponga un sistema de lista cremallera lleva implícita la renuncia a un sistema de listas abiertas lo que convierte la propuesta en realidad en un paso atrás en lugar de en un paso adelante. Lo que puede convertir la propuesta en una propuesta envenenada.
 
Sin embargo, un sistema de listas abiertas y desbloqueadas internas garantiza en mi opinión mejor la igualdad entre compañeros y compañeras. Tanto para la elección a cargos orgánicos como en el proceso de selección de candidatos.  Supone ademas un avance importante en el camino de la regeneración interna y hacia un nuevo modelo de partido. Si se regulan unos requisitos mínimos para ser elegibles y la votación se realiza militante a militante, las mujeres tienen plena garantía de ocupar el puesto que democráticamente hayan ganado y el partido conseguirá dar un paso importante en su regeneración y en su camino de sentar las bases de un nuevo modelo de organización.
 


lunes, 3 de junio de 2013

UN PARTIDO RED.




Las redes sociales y los smartphones lo han cambiado todo. La posibilidad de conectar e interactuar en tiempo real con miles de personas, transferir información, datos, opiniones, experiencias directamente sin que haya intermediario alguno, es posiblemente la revolución más importante que se ha producido en siglos. Es un salto brutal. Esto ha traído como consecuencia dos cosas. La primera la eliminación de los intermediarios. Las personas se relacionan directamente con la fuente de aquello que demandan o de aquello por lo que se interesan. Por eso, todas aquellas actividades, profesiones o industrias de la intermediación o han desaparecido o se han tenido que adaptar. Desaparecen las discográficas o se adaptan porque compramos directamente al artista su obra. Desaparecen las tradicionales agencias de viaje porque adquirimos directamente nuestro billete o reservamos un hotel desde nuestro teléfono. No necesitamos un medio de comunicación que intermedie entre la noticia y nosotros, nos informamos directamente en las redes de lo que está pasando en tiempo real. La segunda es la formación de una sociedad red, horizontal y en todas direcciones que fluye a una velocidad vertiginosa y que pone en contacto a los ciudadanos, a los colectivos de manera directa, en tiempo real y sin injerencias de ningún tipo. En consecuencia, la política y los partidos políticos, como las discográficas, como las agencias de viaje o como los medios de comunicación deben saber adaptarse a una sociedad sin intermediarios y en red.



El cambio ha sido tan rápido y tan profundo que a los viejos y obsoletos partidos políticos y a las viejas y obsoletas instituciones democráticas no les ha dado tiempo de adaptarse. Viven ahora en un proceso en el que tratan de entender lo que pasa con una lentitud que les sume en un alto riesgo de llegar tan tarde que ya la sociedad red haya conseguido nuevas formas de canalizar y de organizar la vida social, cultural y política. Es un salto evolutivo. O se adaptan al nuevo medio o simplemente desaparecerán. Y el tiempo va en su contra. La política ha dejado de ser unidireccional. El viejo modelo por el que la comunicación política fluía en una sola dirección. Es decir, desde un político como sujeto activo de la comunicación hacia un ciudadano como sujeto pasivo de la misma. Ese modelo es ya una pieza de museo. Hoy la política es como mínimo bidireccional, entre los políticos y los ciudadanos. Ahora los representantes y los representados se pueden relacionar directamente en tiempo real y diariamente. Esto hasta hace muy poco era imposible. El hecho de poder testar la opinión directa de miles de ciudadanos sobre un determinado tema y poder compartir con ellos el debate hace que los parlamentos parezcan lo que son. Un fósil democrático. Y a los partidos políticos les sucede algo similar.



Este riesgo de desconexión con la sociedad por inadaptación a una nueva realidad afecta a todas estas organizaciones con estructuras verticales y fundamentadas en una relación casi unidireccional entre sus miembros. Especialmente a los partidos políticos y a los sindicatos. Y también a las instituciones democráticas. La sociedad es digital, fluye a velocidad de varios megas, mientras que partidos e instituciones siguen en la era analógica sin fibra óptica ni alta velocidad. Pero son especialmente las organizaciones de izquierda las que más sufren en este nuevo hábitat, las que necesitan adaptarse con más urgencia y rapidez porque un partido de izquierdas, progresista, debe ser siempre más fresco, más moderno, estar siempre enriqueciéndose y nutriéndose de todos los cambios que en la sociedad se van produciendo, y es por eso que el PSOE debe dar este salto rápido y de  manera eficaz. Y en mi opinión mucho de la situación de desconexión del partido socialista en estos momentos tiene que ver con su modelo de organización, del modo de relacionarse internamente sus militantes y sus afiliados con sus cuadros y dirigentes. De la lentitud de sus estructuras que le hacen poco ágil a la hora de adaptarse a los cambios que permanentemente se producen en la sociedad y de la energía de ideas que están surgiendo continuamente en un mundo en constante transformación.

Un ejemplo de obsolescencia. Los debates de los órganos de gestión del partido, ( comités federales, congresos etc ) se realizan a puerta cerrada. Se expulsa en esos momentos de las salas a los medios de comunicación. Esta es una medida de la era analógica en la que no había otro modo de enterarse de las cosas que a través de los medios de comunicación, en la que no existían móviles, ni internet ni redes sociales. Así lo seguimos haciendo sólo que ahora, mientras expulsamos a los medios de estos debates, los propios miembros de esos órganos suben a la red fotos, tuitean con un hastag que acaban de inventar o comentan en Facebook el curso del debate. ¿ No es hora de enterrar esta vieja y anacrónica liturgia de los debates a puerta cerrada en la era de las redes sociales ?. Es sólo un ejemplo.

Como este hay un buen número de prácticas de esa liturgia de la organización a la que hay miedo a refrescar, a ponerla al día y adaptarla a los tiempos y a la sociedad que se supone se quiere dirigir, liderar y transformar. Si no se entiende la sociedad en la que se está difícilmente se puede aspirar a cambiarla. 

Pero la transformación más importante es sobre todo la de convertir a la organización monolítica y jerárquica del PSOE en una organización en red, horizontal, sin perder la estructura que la haga sólida y operativa. Este es el gran reto. Los movimientos sociales así funcionan. Cuando aun existen dirigentes que intentan explicarse el 15M con los viejos esquemas es cuando te das cuenta de lo obsoletos que están. 



Gestionar no ya la militancia sino toda la energía creativa que hay cerca de las ideas políticas del PSOE es el camino. ¿ como es posible que las secretarías de comunicación sean algo prácticamente testimonial en la mayoría de las ejecutivas o que no exista ya un secretaria de redes sociales ?.  ¿ Es posible adaptarse a esta nueva realidad con una estructura que apenas genera debate en su interior entre sus propios miembros cuando estos debaten diariamente sobre todos los asuntos posicionándose ideológicamente a través de sus perfiles en las redes fuera del partido ?. En mi opinión no lo es. El cambio y la adaptación empieza ahí, en inventar nuevas estructuras y adaptar y transformar las viejas, abriéndolas, ampliándolas y se nutriéndolas de las enormes posibilidades que hoy una sociedad en red nos brinda.