El 15 M marcó un antes y un después en la política en este país, y su irrupción en las inmediaciones de las elecciones municipales de 2011 constituyó un punto de inflexión especialmente para el PSOE que luego perdería las generales de noviembre y recientemente las europeas de 2014. Ello a pesar de haber pasado ya casi dos años en la oposición, después de un congreso federal que celebramos en Sevilla en febrero de 2012 y de una conferencia política en diciembre de 2013. Todo ello mientras se ejecutaba la más dura ofensiva por tierra, mar y aire puesta en marcha por la derecha de este país contra el estado del bien estar y los derechos y libertades de todos y todas conquistados después de 30 años de democracia y que debía haber provocado la recuperación para el PSOE de parte de su espacio perdido. Pero la política ya nunca volverá a ser lo que fue tras esta crisis económica, social e institucional, y esto ha hecho que las viejas recetas inventadas para un mundo que ya no existe no sirvan.
En ese contexto, comencé a pensar junto a un grupo de compañeros y compañeras del PSOE en Canarias que algo había que hacer, que mi generación, enteramente formada en democracia, debía dar un paso adelante, asumir la responsabilidad como hicieron nuestros padres y madres 30 años atrás y trasladar al partido toda esa energía de cambio que se estaba produciendo fuera del PSOE. Un, una militante un voto, limitación de mandatos representativos, elección directa del secretario general, listas abiertas, fin de las puertas giratorias, revisión constitucional para garantizar derechos sociales y cerrar el modelo territorial,......... En definitiva el PSOE debía liderar una agenda de regeneración interna para hacerse creíble fuera de las sedes, porque coincidíamos en qué el problema no era tanto de programa o de ideas, sino de credibilidad antes millones de ciudadanos, votantes de nuestro partido que decidieron abandonarnos porque previamente sentían que había sido el PSOE quien les había dado la espalda. El contexto para empezar a hablar de estas cosas dentro del PSOE no era propicio, se entendió por algunos como una amenaza a un status, cuando realmente era un ejercicio de lealtad para volver a conectar al partido con lo que estaba sucediendo fuera de el. De aprovechar toda la energía transformadora que está ocupando plazas públicas, consejos escolares, centros de trabajo, universidades, y hacer útil el PSOE a la causa de la libertad, de la igualdad y de un mundo más justo. Detectábamos que la gran mayoría social estaba defendiendo nuestras políticas. Las de la sanidad pública y universal, la de las condiciones de trabajo dignas, las de la educación pública de calidad, las del derecho de las mujeres a decidir sobre su cuerpo, etc. Pero sin nosotros. Y eso era algo que debíamos remediar porque pensábamos que si bien el PSOE no parecía alternativa en esos momentos, también éramos conscientes de que no hay alternativa a la derecha de este país sin el PSOE: Fue entonces cuando varias personas, buenos amigos y grandes socialistas, coincidieron en decirme algo. " Tienes que conocer a Pedro ".
Unos días después quedé con Pedro Sánchez en los alrededores del Congreso de los Diputados. Un largo pero fructífero paseo por las calles de Madrid y compartir una taza de café me bastó. Me transmitió Ideas claras, riesgo y compromiso con el cambio. Un militante de base pero con un potencial enorme para representar una nueva época. La idea de que no podíamos seguir sin hacer nada ante todos los cambios que se estaban produciendo y que de alguna manera debíamos asumir un compromiso generacional, como lo hicieron generaciones antes que nosotros durante 130 años, de servir al proyecto que más ha hecho por que avancen los derechos y libertades de los que menos tienen en España. Conscientes de que éramos herederos de una larga tradición de izquierdas y socialista, y que debíamos ahora pelear por adaptar al PSOE no a una época de cambios, sino a un cambio de época. Encontré en Pedro alguien que compartía esa idea, como la de no rendirse, la de luchar contra un virus del desánimo inoculado en la ciudadanía y también en el PSOE, con el antídoto de la cultura del riesgo, de la innovación permanente, la de tirar muros y abrir puerta y ventanas. No para que la sociedad viniera al PSOE, ese tiempo ya había pasado, sino para salir de las sedes, sentarse otra vez con la gente, escucharles y tenderles la mano honesta y desde la humildad de los socialistas de este país.. Encontré a Pedro Sánchez en aquel paseo a alguien convencido de todo esto, y lo más importante, con la ilusión y las ganas de que se podía hacer. Poco después Pedro se lanzó a la carretera, y comenzó a recorrer miles de kilómetros, a visitar sedes del pueblo por toda España para empaparse de la fuerza y de la motivación de esos militantes que no aspiran a nada más que a contribuir a cambiar las cosas desde su compromiso personal con un proyecto, militantes y simpatizantes socialistas que desean ser protagonistas del cambio político y del cambio social y que también están en las plazas y en las calles junto a la gente peleando por no dejarle a sus hijos un mundo peor de los que nos dejaron nuestros padres a nosotros. Me convenció su ilusión, y sus cualidades humanas y personales. Cercanía, sencillez propia de alguien que ha hecho política cerca de la gente y que ha tenido vida fuera de la política. Que pude hablar de los problemas de la gente, de los retos de una generación en primera persona. No necesita un informe para saber lo que significa abrirse paso en la vida profesional, en la vida académica. Que ha entrado y salido de la política sin problemas y que aporta una formación técnica que le da solidez y rigor. No es mala combinación. Justo la que considero necesita el PSOE, pero mucho más una sociedad que necesita que volvamos y que lo hagamos ya.
En ese contexto, comencé a pensar junto a un grupo de compañeros y compañeras del PSOE en Canarias que algo había que hacer, que mi generación, enteramente formada en democracia, debía dar un paso adelante, asumir la responsabilidad como hicieron nuestros padres y madres 30 años atrás y trasladar al partido toda esa energía de cambio que se estaba produciendo fuera del PSOE. Un, una militante un voto, limitación de mandatos representativos, elección directa del secretario general, listas abiertas, fin de las puertas giratorias, revisión constitucional para garantizar derechos sociales y cerrar el modelo territorial,......... En definitiva el PSOE debía liderar una agenda de regeneración interna para hacerse creíble fuera de las sedes, porque coincidíamos en qué el problema no era tanto de programa o de ideas, sino de credibilidad antes millones de ciudadanos, votantes de nuestro partido que decidieron abandonarnos porque previamente sentían que había sido el PSOE quien les había dado la espalda. El contexto para empezar a hablar de estas cosas dentro del PSOE no era propicio, se entendió por algunos como una amenaza a un status, cuando realmente era un ejercicio de lealtad para volver a conectar al partido con lo que estaba sucediendo fuera de el. De aprovechar toda la energía transformadora que está ocupando plazas públicas, consejos escolares, centros de trabajo, universidades, y hacer útil el PSOE a la causa de la libertad, de la igualdad y de un mundo más justo. Detectábamos que la gran mayoría social estaba defendiendo nuestras políticas. Las de la sanidad pública y universal, la de las condiciones de trabajo dignas, las de la educación pública de calidad, las del derecho de las mujeres a decidir sobre su cuerpo, etc. Pero sin nosotros. Y eso era algo que debíamos remediar porque pensábamos que si bien el PSOE no parecía alternativa en esos momentos, también éramos conscientes de que no hay alternativa a la derecha de este país sin el PSOE: Fue entonces cuando varias personas, buenos amigos y grandes socialistas, coincidieron en decirme algo. " Tienes que conocer a Pedro ".
Unos días después quedé con Pedro Sánchez en los alrededores del Congreso de los Diputados. Un largo pero fructífero paseo por las calles de Madrid y compartir una taza de café me bastó. Me transmitió Ideas claras, riesgo y compromiso con el cambio. Un militante de base pero con un potencial enorme para representar una nueva época. La idea de que no podíamos seguir sin hacer nada ante todos los cambios que se estaban produciendo y que de alguna manera debíamos asumir un compromiso generacional, como lo hicieron generaciones antes que nosotros durante 130 años, de servir al proyecto que más ha hecho por que avancen los derechos y libertades de los que menos tienen en España. Conscientes de que éramos herederos de una larga tradición de izquierdas y socialista, y que debíamos ahora pelear por adaptar al PSOE no a una época de cambios, sino a un cambio de época. Encontré en Pedro alguien que compartía esa idea, como la de no rendirse, la de luchar contra un virus del desánimo inoculado en la ciudadanía y también en el PSOE, con el antídoto de la cultura del riesgo, de la innovación permanente, la de tirar muros y abrir puerta y ventanas. No para que la sociedad viniera al PSOE, ese tiempo ya había pasado, sino para salir de las sedes, sentarse otra vez con la gente, escucharles y tenderles la mano honesta y desde la humildad de los socialistas de este país.. Encontré a Pedro Sánchez en aquel paseo a alguien convencido de todo esto, y lo más importante, con la ilusión y las ganas de que se podía hacer. Poco después Pedro se lanzó a la carretera, y comenzó a recorrer miles de kilómetros, a visitar sedes del pueblo por toda España para empaparse de la fuerza y de la motivación de esos militantes que no aspiran a nada más que a contribuir a cambiar las cosas desde su compromiso personal con un proyecto, militantes y simpatizantes socialistas que desean ser protagonistas del cambio político y del cambio social y que también están en las plazas y en las calles junto a la gente peleando por no dejarle a sus hijos un mundo peor de los que nos dejaron nuestros padres a nosotros. Me convenció su ilusión, y sus cualidades humanas y personales. Cercanía, sencillez propia de alguien que ha hecho política cerca de la gente y que ha tenido vida fuera de la política. Que pude hablar de los problemas de la gente, de los retos de una generación en primera persona. No necesita un informe para saber lo que significa abrirse paso en la vida profesional, en la vida académica. Que ha entrado y salido de la política sin problemas y que aporta una formación técnica que le da solidez y rigor. No es mala combinación. Justo la que considero necesita el PSOE, pero mucho más una sociedad que necesita que volvamos y que lo hagamos ya.
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