domingo, 26 de mayo de 2013

EL PSOE Y EL CONCORDATO. PUNTO FINAL.





Seis días después de la entrada en vigor de la Constitución Española, el 3 de enero de 1979, Marcelino Oreja firmaba en su calidad de Ministro de Asuntos Exteriores, en la Ciudad del Vaticano, un conjunto de acuerdos entre el Estado Español y la Santa Sede que configuran el conocido como Concordato con la Iglesia Católica por medio del cual España regula sus relaciones con esta confesión religiosa. Un acuerdo que vincula a España como estado con el Vaticano y que fue negociado desde 1976 por políticos predemocráticos vinculados a la Asociación Católica Nacional de Propagandistas. Por lo que, aunque formalmente estamos ante un acuerdo posterior a la Constitución, no lo es desde el punto de vista material. De difícil encaje, salvo por la necesidad de consenso de la transición, con el principio aconfesional consagrado en el texto de 1978. 

El concordato extiende su influencia sobre toda la legislación y compromete internacionalmente la voluntad de España, generando responsabilidad por su incumplimiento. España ha queda así hipotecada por un Concordato, que tan solo puede modificarse con un nuevo acuerdo entre España y la Santa Sede y que no prevé la posibilidad de renuncia o retiro unilateral, siendo nula cualquier ley o disposición normativa de rango inferior contraria a sus disposiciones. Casi cuarenta años después los tiempos, y sobre todo la exigencia de la ciudadanía de la revisión de cualquier privilegio institucional, de un nuevo acuerdo social, hace que esta anomalía de nuestro sistema democrático deba finalizar. Y con ello, y garantizando la libertad de culto de los católicos y de cualquier otra confesión religiosa, separar definitivamente al Estado de la Iglesia.

Privilegios como los que se contienen en ese acuerdo respecto de la educación católica, la inviolabilidad de archivos y registros de la Iglesia, una jurisdicción propia con efectos civiles en materia matrimonial. Ventajas fiscales como la exención en el pago del IBI. Son hoy insostenibles en este clima de cambio y transparencia que la ciudadanía ha impuesto como hoja de ruta a los responsables políticos.

Dicho esto, el PSOE ha sido y es un partido que mantiene entre sus ideas programáticas la laicidad del Estado,  y por tanto favorable a dar por terminado el concordato con el Vaticano. Sin embargo, renunció en su momento a esa idea en favor de algo más importante hace 40 años como era la necesidad de darle a España un periodo largo de paz, libertad y democracia. Y durante los años que ha tenido la responsabilidad de gobernar nunca lo hizo con independencia de la tensión más o menos dura que ha tenido con la Conferencia Episcopal. Especialmente durante el mandato de José Luis Rodriguez Zapatero en asuntos como el divorcio exprés o el matrimonio entre personas del mismo sexo. Pero los tiempos han cambiado, los ciudadanos ya han superado esa etapa, y esa anomalía democrática que es el Concordato es hoy por hoy insostenible. Ante esto, el PSOE ha vuelto a reaccionar tarde y mal. Y con una propuesta confusa, que se queda en tierra de nadie, y que le vuelve a desdibujar ideológicamente. Ha amenazado, creo que por tercera vez, con denunciar el Concordato. Pero siempre como una reacción ante la ofensiva ideológica de la derecha española. Esta vez el detonante han sido la revisión de la ley que regula la interrupción voluntaria del aborto y el proyecto de ley educativa del PP que propone recuperar la religión como una asignatura plena en el sistema escolar español. Y esto, estas amenazas ya no sirven. La base ideológica y social del PSOE, en seria crisis de identidad en estos momentos, ya ni cree las amenazas ni las quiere. Por eso, el PSOE no debe amenazar con la denuncia y la revocación del concordato en caso de que los proyectos conservadores del PP continúen su marcha en las cortes. Debe proponerlo sin condiciones. Y con independencia de lo que hagan o dejen de hacer sus rivales políticos. No pude ser una reacción ante una deriva conservadora que ha decidido romper consensos fraguados en la transición cada viernes. Debe ser una apuesta decidida, firme y comprometida. Denunciar el concordato, pase lo que pase, y haga lo que haga la derecha de este país. No volver a amagar sino comprometerse con un estado definitivamente laico cuando los ciudadanos vuelvan a depositar la confianza en el PSOE.   

domingo, 19 de mayo de 2013

BIENVENIDOS AL MONOPARTIDISMO


En España no existe el bipartidismo. No al uso de otras democracias con las que nos podemos comparar. Existe una pluralidad de partidos garantizada en la Constitución y una ley de partidos que igualmente garantiza esa pluralidad. Otra cosa son las leyes electorales que regulan el reparto de la representatividad de los partidos a la hora de convertir sus votos en escaños en el congreso, senadores o concejales en ayuntamientos, que puede discutirse. Canarias es un buen ejemplo. Aunque también podemos hablar de la sobrerepresentación de los partidos nacionalistas. Pero de un tiempo a esta parte la idea de que en España hay bipartidismo y además que es perjudicial para nuestro sistema democrático ha ido cuajando en una buena parte de la ciudadanía. Sin ser cierta esa idea del bipartidismo, podríamos darla incluso por buena si tenemos en cuenta el hecho de que  este periodo político iniciado en la transición en la que ha habido tres partidos distintos que han gobernado el país, y seis presidentes del gobierno, dos por cada uno de esos partidos, ha contribuido a que España haya dado el salto cualitativo en lo social, en lo político y en lo económico más importante de su historia. Más allá de que estamos en un periodo de revisión, de renovación y de inventarnos un modelo que nos de otros treinta años de desarrollo como sociedad sin que lo paguen los de siempre. Es decir, los que menos tienen. Pero dicho esto, es cierto que la idea de que existe un modelo bipartidista en España como dije ha cuajado entre una parte de la ciudadanía, pero sobre todo en una parte de ella que tiene un perfil más progresista, más de izquierdas y más crítico con el tiempo que le ha tocado vivir. Al votante conservador, digamos que esta idea ni le preocupa. Dicho de otro modo, esa idea del bipartidismo está desgastando la potencial base sociológica del PSOE. A ello contribuye que mi partido ha desfigurado su perfil político y que necesita urgentemente volver a definir un espacio público con el que los ciudadanos se puedan identificar en un proyecto de defensa de la igualdad y la justicia social. Sin embargo, dicho esto, esa idea del bipartidismo y de su necesidad de superación, está produciendo un fraccionamiento del voto progresista, una fuga de base social del PSOE hacia otros proyectos que están nutriéndose de ese rechazo a un falso bipartidismo. Por lo que si tenemos en cuenta que en España sólo existe un partido conservador, que abarca todo el espectro de la derecha, desde un centro derecha moderado hasta la ultraderecha más reaccionaria, que a la base social del PP no le preocupa nada si existe bipartidismo, a la que no le espantan los escándalos de corrupción ni el incumplimiento sistemático del programa electoral, llegamos a la conclusión de que esa fuga de base social más progresista que si ha comprado la idea de la existencia del bipartidismo y de su perversidad, beneficia justamente por aplicación de la ley electoral, sobre todo al proyecto conservador de España. Un dato. El PP goza de una mayoría absoluta con menos votos de los que obtuvo el PSOE en las elecciones de 2008. Por eso, y sin eludir la necesidad de que el PSOE encuentre esa nueva alianza con la mayoría social de este país, lo cierto es que quizá, de jugar a la idea de que existe un bipartidismo y que hay que terminar con el, la alternativa que nos quede no sea una pluralidad de formaciones políticas, sino simple y llanamente un monopartidismo de derechas.

martes, 7 de mayo de 2013

PACTO CON LOS CIUDADANOS




Ahora se habla de un gran pacto que salve a este país de una situación social que ha puesto a miles de familias en una situación límite. Ahora si. Justo cuando el Partido Popular después de haber demostrado durante sus años en la oposición carecer del más mínimo sentido de Estado. Ahora que tras haber utilizado su mayoría absoluta como una trituradora de derechos y garantías de los que menos tienen, ( la reforma laboral es un buen ejemplo ) y justo ahora que han tirado la toalla de la lucha contra el desempleo y se sienten incapaces de resolver por si solos esta situación. Ahora que ya no cuela la  matraquilla de la herencia recibida y que desploman en intención electoral, ahora si es tiempo de acuerdos. Tendrían más credibilidad si lo hubieran intentado cuando tenían que haber realizado una oposición distinta. En aquellos tiempos en los que el hoy ministro de economía Montoro decía aquello de que para el Partido Popular mejor que España se hundiera para que el PSOE perdiera las elecciones que luego ellos vendrían a arreglarlo. Es decir, primero el partido, luego los ciudadanos y el país. Que sentido del patriotismo tan raro tiene esta derecha española.



                                             La Diputada Ana Oramas explica lo que Montoro le dijo en una votación durante
                                             el mandato de Zapatero. " Que se hunda España ".

Pero dos no pactan si uno no quiere. Los ciudadanos de este país saben que siempre pueden contar con el PSOE para los grandes pactos de Estado. Incluso cuando estos pactos puedan tener un coste electoral para el partido. En este país solo se llega a acuerdos cuando la derecha está en el poder y cuando el PSOE es generoso desde la oposición. Esto es así y ha sido así en estos 30 años de democracia. Pero al PP le ha faltado tiempo para negar la posibilidad de ni siquiera sentarse a hablar. Han descalificado la primera propuesta que les ha hecho llegar el PSOE yo creo que sin ni siquiera abrir el sobre. ( lo del sobre no va con segundas ). En ese caso, creo que el PSOE debe olvidarse del PP instalado en su bunker de la calle Ginebra, perdón Génova, y buscar un pacto que saque a España de esta situación pero no a lomos de los que menos tienen, que no sea sobre las espaldas de los de siempre. Por eso, mejor un pacto con los ciudadanos, con las familias de este país, con sus pequeños y medianos empresarios, con los profesionales, con los jóvenes emprendedores, con los trabajadores de los servicios públicos como la educación y la sanidad, con los empleados públicos, con la comunidad científica, con las empresas de las energías renovables. En definitiva, un nuevo pacto social que enmiende errores de un modelo económico y político que ha funcionado pero que hay que resetear, y en buena parte demoler e inventar de nuevo. Un pacto entre el PSOE y la mayoría social de este país.